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Morelia, Michoacán

RED 113 MICHOACÁN/Redacción 

 Zinapécuaro, Mich.-25 de junio de 2021.- La tristeza se sintió profunda entre las calles de tierra y casas de madera en Huajúmbaro de Guadalupe, una pequeña comunidad de Zinapécuaro, donde se vivió uno de los momentos más dolorosos para una familia que, como muchas en Michoacán, vio partir a uno de los suyos en busca del llamado “sueño americano”. Hoy, ese sueño terminó convertido en un ataúd.

Jaime Alanís, originario de este rincón de Michoacán, regresó finalmente a su tierra, pero no como hubiera querido. Su cuerpo, cubierto con una sábana blanca y resguardado por una carroza fúnebre, fue recibido entre lágrimas, silencios largos y un profundo respeto por parte de vecinos, amigos y familiares que se resistían a aceptar su partida.

El féretro llegó después de un largo trayecto que comenzó en el aeropuerto de Guadalajara, donde el personal de la Secretaría del Migrante y sus seres queridos realizaron los trámites para repatriar su cuerpo. Desde ahí, comenzó el viaje final hacia Michoacán, cruzando carreteras estrechas hasta alcanzar el corazón del pueblo que lo vio crecer.

En una casa humilde, construida con tablas y láminas, lo esperaban su esposa e hija. No hubo palabras para los medios, sólo el dolor mudo de quien pierde al padre, al esposo, al hijo. Un altar improvisado con flores de papel y veladoras rodeaba el féretro mientras vecinos comenzaban a llegar para velarlo, acompañando a la familia con café caliente, pan y abrazos sinceros.

La historia de Jaime, como la de muchos migrantes mexicanos, terminó en tragedia. El pasado 12 de julio, perdió la vida en un hospital del condado de Ventura, California, tras una caída mientras intentaba escapar de un operativo migratorio en un invernadero donde trabajaba. Sufrió graves lesiones en el cráneo, cuello y una arteria cerebral. Siete compañeros más también resultaron heridos.

La comunidad no sólo lloró a Jaime, también lo convirtió en símbolo. En él se reflejaron los rostros de miles que cruzan la frontera con la esperanza de un futuro mejor y que, como él, arriesgan todo. El sueño de Jaime se apagó en suelo extranjero, pero su memoria ahora habita entre las montañas de su pueblo, donde su gente lo llora, lo honra y lo despide con amor.

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